Dios quiso que yo fuera costalero, para ello, primero, eligió para mí, un padre y una madre sevillanos y cofrades hasta la médula.
Desde que mi memoria alcanza, recuerdo a mi padre trabajando por su hermandad, y a mi madre, ahorrando dos pesetas para pagarnos a todos el año, para que algún día, presumiéramos orgullosos de la antigüedad.
No es ninguna tontería para un hombre su número de hermano, cuando es consciente de las dificultades que ha supuesto para su familia mantenerlo, y que ese número es un testigo que recoge de sus mayores, en un relevo de compromiso y amor a una hermandad, a la que sus padres, desde sus posibilidades, han entregado tanto…
Quiso Dios, que entre mi hogar y mi casa hermandad, tan solo mediara unos pasos; que las campanas de San Julián, llamando a Misa, me despertaran todas y cada una de las mañanas de domingo de mi infancia, mi adolescencia y mi juventud; y que muchas, muchísimas noches, esperando a que mi padre acabara de montar el altar, me quedara dormido sobre un banco de la Iglesia, oliendo a incienso, bajo la mirada de mi Cristo de la Buena Muerte, y su madre y madre nuestra de la Hiniesta…
¿Cómo no soñar con ser costalero un día? ¿Cómo no rezar para hacerme pronto un hombre, digno de portar sobre mi cuello a mi Cristo, y paseándole soberbio en su humildad por Sevilla, llevarle a la Catedral, dando testimonio vivo de la Fé, que me transmitieron mis padres y mis abuelos?
Sí, mi sueño era ser costalero algún día… Y como mi sueño coincidía con los deseos de Dios, quiso Él, poner en mi vida a mi tío Manolo “Er Rubio", ¡El mejor costalero del mundo! Y no porque lo diga yo… ¡Que lo dice Sevilla! La Sevilla Cofrade, que entiende un rato grande de esto de los costaleros y los pasos.
Para mí, al menos, no ha nacido otro con su saber estar bajo los faldones y su Arte, convirtiendo un recorrido, en un paseo al Cielo, chicotá tras chicotá, y no me he sentido, más orgulloso en la vida, que el día que compartí con él trabajadera, y me gané su reconocimiento, y su abrazo, cuando acabamos, hombro, con hombro, junto a su hijo, mi primo Emilio, una gloriosa revirá entrando en San Julián, que conservo como oro en paño, entre mis mejores recuerdos.
De su mano, de la mano de ese gran hombre, de carácter alegre, fuerza, coraje y gallardía, y de nobleza más grande que la Catedral, un costalero desde la punta de las zapatillas, hasta el costal, aprendí todo cuanto sé… Desde hacerme un costal como Dios manda, a querer, aliviar en lo posible, y respetar cada compañero, lo mismo bajo las trabajaderas, que en la barra del bar, como a doblegarme a las órdenes del capataz, y ponerme al servicio de mi hermandad… Me enseñó a trabajar derecho y digno, a morirme antes que agacharme, a echarle agallas y hombría en las lomas, que se hacen a veces infinitas… Y cuando sintiera que las fuerzas me fallaran, a buscar y contemplar por la rendija del cajillo, la cara de Jesús Crucificado, para que no se me olvidara nunca, que era al Hijo de Dios a quien llevaba sobre mis hombros…
Me enseñó a andar sobre los pies, a no permitir que mi costero diera jamás contra el suelo, a no abandonar nunca un paso en la calle, aunque todos los demás lo hicieran y llevar un paso entre dieciséis o diecisiete, ¡hasta el final!
Debajo de mi Cristo, he vivido momentos, que han sido como beberse la vida de un trago, momentos inolvidables, de tanta emoción e intensidad, camaradería, espíritu de entrega y equipo… que ya no sé, si primeramente hay que ser muy hombre para salir de costalero, o si aprendiendo a ser un buen costalero, ¡es como me hice yo un hombre!
Solo sé, que tengo que agradecer a Dios, que no haya sido por casualidad, la familia y los compañeros, que ha puesto en mi camino, para que yo, un hombre sencillo…
¡Sea hoy, un costalero!
Me enseñó a andar sobre los pies, a no permitir que mi costero diera jamás contra el suelo, a no abandonar nunca un paso en la calle, aunque todos los demás lo hicieran y llevar un paso entre dieciséis o diecisiete, ¡hasta el final!
Debajo de mi Cristo, he vivido momentos, que han sido como beberse la vida de un trago, momentos inolvidables, de tanta emoción e intensidad, camaradería, espíritu de entrega y equipo… que ya no sé, si primeramente hay que ser muy hombre para salir de costalero, o si aprendiendo a ser un buen costalero, ¡es como me hice yo un hombre!
Solo sé, que tengo que agradecer a Dios, que no haya sido por casualidad, la familia y los compañeros, que ha puesto en mi camino, para que yo, un hombre sencillo…
¡Sea hoy, un costalero!
Josema.
7 comentarios:
Tienes razón Josema, yo creo que el ser costalero es como la mili, que te hace un hombrecito. Sería bueno que cada uno de nosotros expresara con sus propias palabras lo que es para él ser costalero y llevar a una de las imágenes de nuestra Hermandad. Por cierto, ¿la foto en la que estás con fali fue un año que no saliste? lo digo por la extraña indumentaria.
Enhorabuena compañero, tu relato pone la carne de gallina. Muy binito y emotivo, se nota que esta escrito dsd el corazon
¡BALDO! no¡no¡
es que yo soy costalero, de los ¡antigüillos! y no me gusta llamar la atención. Cuando voy por la calle de relevo
¡llevo hasta una bolsa para el costal!
Me alegra mucho que el escrito os haya gustado,
¡gracias!
¡un saludito dsd el cristo!
Que grande ere Josema, no se pue expresá mejó.
El año que viene me cambio de costero pa í dandote pataiíta en las espinilla!!!!
P.D. La sudadera es de un mé y un día de carse.....
¿Porque la hermandad aprobó urgentemente los estatutos del costalero?
¡Ahi! está la respuesta,
¡porque vieron la foto mia!
y dijeron:
"los costaleros no puende ir tan mal vestidos. A este ¡le compramos un uniforme pa er 2009!!".
Josema, de vacas estoy ya desde el lunes, pero al camino me voy el viernes noche... llamame si necesitas algo, ok?? un abrazo
NO SOLO QUISO DIOS QUE FUERAS COSTALERO, SINO QUE ADEMAS FUERAS COSTALERO DE SAN JULIAN QUE NO ES POCO. ES UN HONOR PARA MI PODER APRENDER A TU LADO PORTANDO A NUESTRO MORENO, A LA REINA DEL ROSArIO Y A LA PATRONA DE SEVILLA. UN BESO HERMANO
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